Boletín 238/2012
26 de junio de 2012
• Niñas y niños que asisten a escuelas en zonas de alta marginación trabajan mayormente en su propio hogar, en actividades familiares, pero no son reconocidos
El Secretario para la Promoción de los Derechos Humanos e Incidencia en Políticas Públicas de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Gerardo Sauri Suárez, estimó que en 2012, la población económicamente activa en la ciudad de México, en el rango de 12 a 17 años, asciende a 83 mil 483 niñas y niños, que significa 9.8% del total.
En la presentación del libro ¿Trabajas y estudias? Mirada sobre el trabajo infantil, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que en la misma línea de investigación del texto y de acuerdo con datos presentados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), por lo que se pronunció por un mayor protagonismo de las niñas y los niños que estudian y trabajan en la ciudad de México, en el reconocimiento a sus derechos.
Sauri Suárez agregó que en algunas entidades del país y en el Distrito Federal existen diferencias entre el porcentaje de niñas y niños que trabajan y estudian: “En la ciudad de México, 25 mil 765 niñas de 12 a 17 años frente a 13 mil 396 niños de la misma edad no reciben remuneración económica; a ellas se les paga en menos casos que a los niños”.
Asimismo, señaló que quienes tienen ingresos de hasta dos salarios mínimos es de 57.7%; quienes tienen jornadas laborales de más de 48 horas a la semana es de 26%; es decir, un cuarto de la población económicamente activa en este rango está siendo altamente explotada.
Dijo también que niñas y niños de 12 a 14 años dedicados al trabajo en el hogar es de 5.7% en la ciudad de México, con 28 mil 537 niñas, de un total de 43 mil 860 casos.
Sauri Suárez destacó como aporte la diferenciación del estudio sobre grupos de población de niñas y niños trabajadores, tanto callejeros, como indígenas, así como la necesidad de no encasillar al trabajo infantil en miradas extrapoladas, como la de sólo darles trabajo para abatir la pobreza o, bien, la de abolir jurídicamente con la incorporación de las niñas y niños al trabajo.
Entre ambas miradas, dijo, destaca la urgencia de terminar con las peores formas de trabajo infantil, que en la práctica son más bien formas modernas de esclavitud, explotación, delitos y sometimiento, como la trata con fines laborales y/o sexuales; así como la del trabajo formativo en contexto como el rural o del desarrollo familiar.
Dijo que en el marco de la Reforma Constitucional en materia de derechos humanos, así como del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal, se debe permitir un mayor protagonismo de las niñas y los niños que estudian y trabajan en la ciudad de México, en el reconocimiento a sus derechos.
En ese propósito, advirtió sobre la necesidad de que se diagnostiquen adecuadamente las causas y las consecuencias del trabajo infantil en la ciudad y que se impulsen políticas públicas de largo plazo, en un marco de no discriminación de las niñas y niños que trabajan y estudian.
De acuerdo con la Coordinadora del texto, la investigadora del Centro de Estudios Sociológicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Dolores Muñozcano Skidmore, el trabajo infantil es una problemática desde tiempos remotos, ya que a las niñas y niños siempre se les ha exigido su participación en una gran cantidad de trabajos, desde los más sencillos hasta los más extenuantes en donde incluso perdían la vida por las fatigosas tareas a las que eran sometidos.
“Actualmente sigue el mismo fenómeno y en mayor proporción y diversidad de actividades también de alto riesgo y explotación. Ahora se habla de la eliminación del trabajo infantil y se cuenta con datos oficiales y de Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que protegen los derechos de esta población marginada, excluida y explotada”, señaló.
¿Trabajas y estudias?, agregó Muñozcano Skidmore, da cuenta del trabajo infantil que no ha sido considerado en las cifras oficiales ni en los discursos, tanto del gobierno como de la sociedad civil organizada: “Son niñas y niños que asisten a la escuela en zonas de alta marginación, trabajan en el hogar y en diversos espacios, en actividades realizadas por sus familiares, pero no se perciben”.
La investigación aborda aspectos enmarcados en el contexto económico, social, político y jurídico que explican la incorporación de niñas y niños en el trabajo; habla de la familia, de las políticas públicas y de fenómenos como el de la infancia en situación de calle y refiere la exclusión en el concepto de trabajo infantil de la explotación sexual comercial infantil (ESCI).
En la presentación del libro participaron también las investigadoras de la FCPyS de la UNAM, Guadalupe Cortés Altamirano, coautora de ¿Estudias y trabajas?, y Elena Jeannetti, quien subrayó las condiciones de explotación e injusticia en que laboran las y los niños y que necesariamente les hace perder tiempo de juego, esparcimiento y hasta de sueño, lo que reduce también su rendimiento escolar.