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Palabras de la Doctora Perla Gómez Gallardo, Presidenta de la CDHDF, en la entrega del Reconocimiento en Derechos Humanos Ponciano Arriaga Leija 2016

Discurso 46/2016
14 de noviembre de 2016

Gracias, buenos días a todas y todos los asistentes, sean bienvenidas y bienvenidos a la premiación del Reconocimiento en Derechos Humanos Ponciano Arriaga Leija, en su emisión 2016.

Saludo al honorable presídium, al maestro Juan Luis Gómez Jardón, Consejero de la Comisión; a la licenciada María de los Ángeles González Gamio, ex Consejera de esta Comisión; y a las galardonadas: Norma Laguna Cabral y Juliana García Quintanilla, quienes nos acompañan en el presídium.

Saludo también respetuosamente a las madres que nos acompañan, por favor: este es su espacio, si gustan mostrar lo que saben que pueden hacer en este espacio, háganlo en lo que comparto también el mensaje que visibilice lo que solidariamente hacemos en esta Comisión.

Por sexto año consecutivo, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) reconoce a las personas que día a día llevan a cabo la defensa, la lucha y la protección de los derechos humanos.

Agradezco al Jurado su presencia esta mañana y su participación en la dictaminación de las postulaciones; y, hay que reconocer, fueron 13 postulaciones, de las cuales ocho fueron de mujeres. Éste no es un tema menor, pues nos habla de mujeres que han desafiado el orden cultural de género, que se han abierto camino en la esfera pública para denunciar las discriminaciones experimentadas en carne propia, que han tomado como estandarte de vida la defensa de los derechos humanos de las mujeres y, particularmente, el derecho a una vida libre de violencia.

Estas luchadoras sociales nos recuerdan que los derechos de las mujeres son derechos humanos y visibilizan la equivalencia humana como principio fundante de la igualdad de género; exigen a las autoridades que reaccionen y actúen para defender la violencia feminicida, para garantizar la vida y la libertad de las mujeres.

La instauración del Premio Ponciano Arriaga es precisamente el honor y reconocimiento a las y los luchadores de derechos humanos. El licenciado Arriaga Leija fue un visionario que en la primera mitad del siglo pasado imaginó un mundo mejor; un México más justo, más humano, que lo llevó a proponer la creación de una Procuraduría de los Pobres, encargada de la defensa de las personas a quienes aquejaban múltiples discriminaciones. Su propuesta dio paso, por primera vez, a la posibilidad de denunciar a las autoridades respectivas y a pedir pronta e inmediata reparación por cualquier exceso, agravio, vejación o injusticia cometida en su contra.

Hoy en día, su clara visión de la sociedad, sus ideales, sus convicciones, siguen siendo un tema actual. Hoy, más que nunca, tenemos la claridad de que necesitamos personas defensoras de los derechos humanos; necesitamos su fortaleza; necesitamos su compromiso. Pero también necesitamos reconocerlas, como una forma de protegerlas ante la escalada de violencia y acoso que padecen como resultado de sus actividades de defensoría.

El Premio Ponciano Arriaga reconoce en la Categoría de Lucha y Defensa a Norma Laguna, como la más completa expresión de valentía, sensibilidad, generosidad, impulso, proactividad, cuestionamiento, compromiso y defensa de los derechos humanos de las mujeres en Ciudad Juárez, sobre todo de las más jóvenes.

Doña Norma, ojalá nunca hubiera tenido que recibir este premio, pero el día de hoy está más presente la memoria de la hija que la indigna y la motiva a acompañarnos.

En 2010, tras la desaparición de su hija, Norma emprendió un largo camino en torno a su búsqueda y localización, a pesar de que un año antes la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el Caso González y Otras Contra México “Campo Algodonero”, reconoció la existencia de homicidios dolosos de mujeres por razones de género y emitió una serie de disposiciones para la reparación del daño, entre las que se encuentra la Garantía de No Repetición.

Norma continúa enfrentando la insensibilidad, la torpeza, la misoginia de personas funcionarias públicas, quienes guiadas por los estereotipos de género, en su momento le cuestionaron: ¿De verdad quiere poner una denuncia?

Pese a todo, Norma emprendió una lucha ciudadana de la mano con otras madres y familiares de mujeres desaparecidas, integrando así un espacio colectivo denominado Mujeres y Familiares Unidas para Nuestras Hijas, con la finalidad de exigir Verdad, Justicia y Memoria. Desde el espacio de unión y acompañamiento, emprendió acciones que dieron como resultado campañas de visibilización sobre la desaparición de sus familiares y la revisión de expedientes para evidenciar que la situación de desapariciones y asesinatos de mujeres constituye una forma de Violencia de Género sistemática, logrando en conjunto con otras Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que el Comité CEDAW, en su Informe sobre los reportes 7 y 8 de México, emitiera una serie de Recomendaciones al Estado mexicano para que cumpla con su obligación de prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, tales como las desapariciones, tortura, asesinatos y feminicidios.

Sabemos que no existe nada para llenar el vacío que deja la ausencia de una hija o un hijo y, por ello, desde esta trinchera, le acompañamos en su causa que hacemos nuestra.

En la Categoría de Trayectoria, la Comisión de Derechos Humanos de esta Ciudad distingue a Juliana García Quintanilla, por su larga y amplia trayectoria como Defensora de Derechos Humanos y militante comprometida con las causas favorables a los derechos de las mujeres, y por contribuir de manera decidida en la construcción de respeto a los derechos humanos en Morelos y en México. Su participación en la documentación de casos de violencia feminicida ha dado resultados en materia legislativa y en políticas públicas: desde las investigaciones en coordinación con el Congreso de la Unión, mismas que contribuyeron a impulsar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y la tipificación penal del feminicidio en diversas entidades federativas, hasta la solicitud de Alerta de Violencia de Género que se aceptó para ocho municipios de Morelos, en agosto de 2015.

La labor de Juliana es un ejemplo de vida que ha abierto la puerta para que familias enteras vislumbren la justicia para sus hijas y hermanas. Sin embargo, y pese a los logros alcanzados, ella no se conforma: no ceja en su intento por desenmascarar las omisiones, las simulaciones, los discursos que obstaculizan la puesta en marcha de mecanismos que en su origen tiene el potencial de salvaguardar la vida e integridad de las mujeres.

El Reconocimiento Ponciano Arriaga, que el día de hoy tenemos el honor de entregarles, es una contribución a su labor de defensoría, a la convicción de que no están solas en el ejercicio ciudadano de defensa de los derechos humanos.

Este Reconocimiento representa un homenaje simbólico a los liderazgos femeninos de todas las compañeras que desde sus distintas trincheras y labor cotidiana le dan significado a la consigna feminista: “Lo personal es político”, para visibilizar que la violación a los derechos humanos de las mujeres debe ser un tema de atención prioritaria para las autoridades.

Pero sobre todo, éste es un reconocimiento al trabajo cotidiano e incansable de las mujeres defensoras, cuya labor traspasa fronteras y desafía la discriminación, el acoso, la violencia, y bajo la égida de los derechos humanos nos encamina hacia un modelo de democracia con el que a la par se va construyendo un proyecto de Nación más justo y respetuoso de los derechos de las personas, mismo que no podría existir sin la presencia y la participación activa de las mujeres.

A las miles de mujeres y hombres que defienden los derechos humanos, que labran con su lucha la paz, la igualdad y la justicia para todas y todos: muchas gracias. Este Reconocimiento también es para ustedes. No están solas; que su dolor sea indignación, indignación permanente para el cambio que necesitamos. Muchas gracias.