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Entrevista al Presidente de la CDHDF, Luis González Placencia, en el XVIII Foro José Francisco Ruiz Massieu: Trata de personas y derechos humanos, en Chilpancingo, Guerrero.

Transcripción 79/2012
27 de septiembre de 2012

Pregunta (P): Inaudible…

Luis González Placencia (LGP): Bueno, vamos a hablar sobre trata de personas. Vamos a tratar de enfocarlo como una perspectiva social, primero, como una manifestación de delincuencia organizada, y también vamos a hablar de las obligaciones que tiene el Estado, el Estado en general, el Estado mexicano, frente al problema. Daremos algunos datos, en fin.

P: ¿Cuál es la visión que usted tiene particularmente del estado de Guerrero, ya hay algún conocimiento?

LGP: Bueno, sobre el tema sí sabemos que desafortunadamente Acapulco es uno de los sitios dentro del país que se ha caracterizado por ser zona de destino para la trata de personas, especialmente por el tema del turismo sexual. Pero, bueno, compartimos con el Distrito Federal, con otras entidades de la República, ya muchas entidades desafortunadamente, que no sólo son destino, sino que son punto de llegada, de distribución, de tránsito; y como en otras ocasiones hemos dicho, nos preocupa mucho porque este es el segundo delito más importante después de la criminalidad asociada a las drogas.

P: ¿Es un tráfico internacional, sabemos?

LGP: Sí, tiene un carácter trasnacional. Lo que está muy claro es que los mecanismos para trasladar a las personas de un lugar a otro se facilitan mucho hoy en día, entonces basta con adoptar políticas en un territorio específico, ni siquiera a nivel nacional, pues esas políticas tienen que estar articuladas con otros países.

P: Dice usted que es Acapulco el primer lugar, al igual que el Distrito Federal, ¿tiene cifras?

LGP: Hay unas cifras que voy a dar en mi presentación, no las traigo ahora de memoria, pero más que ser el primer lugar, no me parece que es conveniente hablar de primero o segundo lugar, sí creo que es importante señalar que aquí se da un problema particularmente grave en el puerto de Acapulco, que no es el único lugar en el país, pero que eso requiere atención desde luego.

P: Obviamente Guerrero se distingue no solamente por lo que pasa en Acapulco, también en las zonas indígenas la trata de personas es común…

LGP: Sí, particularmente en lugares en donde las zonas se han convertido en fuente. Ahí está muy identificado el mercado de Tlaxcala, por ejemplo, como una de las principales fuentes del país; y eso lo que supone es activar medidas de prevención en el nivel local, eso es lo que sí se puede hacer a nivel local.

P: Oiga, a pesar de que se reconoce la gravedad del asunto, el anterior ponente dice que no hay una legislación que pueda permitir llevar a los responsables a que se les aplique la sanción correspondiente, ¿a qué se debe?

LGP: Me parece que ha habido todavía necesidad de que los legisladores y las legisladoras se den cuenta de la magnitud del fenómeno. Hay un componente social y cultural importante que ha llevado a minimizarlo, pero estamos hablando de un fenómeno que supone un daño irreversible para quienes son víctimas, y además que se da en el seno de una serie de condiciones de carácter social y académico que no se resuelven con la ley. Entonces aunque la parte punitiva es importante, todo lo que tiene que ver con una política criminal eficiente es importante, hay otra parte que la ley no resuelve que tiene que ver con la cultura, que tiene que ver con las condiciones económicas que generan en las víctimas, digamos, una situación en la que son fácilmente deducibles. Todo ese tipo de políticas no se resuelven con una ley como la que aquí se presentó, eso solamente es una parte.

P: Bien dices que se registran en esta entidad particularmente, ¿eso significa que han fallado las políticas públicas estatales?

LGP: Bueno, en el caso particular de Guerrero y de Acapulco, dada la naturaleza de que no sólo se realiza el turismo sexual, aquí me parece que tiene que ver con otro tipo de temas, con el conocimiento de un mercado que ha encontrado en la mercantilización de personas, especialmente niñas y mujeres, un producto que ofrecer. Entonces aquí me parece que junto al tema de la política criminal es necesario también desarrollar una serie de mecanismos a nivel cultural que prevengan, que permitan identificar los lugares en donde se llevan a cabo, sobre todo, las prácticas que se derivan de trata de personas. Pero por otro lado también hacer consiente a la ciudadanía de lo que implica la gravedad de este fenómeno para las víctimas. Y eso se hace sólo con políticas culturales.

P: ¿También podemos hablar de una complicidad social?

LGP: Sin duda. Hay estudios muy interesantes que dejan ver cómo cuando le preguntan a las personas sobre el tema y les hacen ver las consecuencias que tiene para las niñas y las mujeres, las personas lo rechazan, pero cuando contratan servicios que están relacionados con la trata no problematizan las posibles conexiones que pueda haber entre un fenómeno y otro. Entonces yo creo que eso ha generado una serie de confusiones importantes, asociadas también, por otro lado, a la posibilidad de que haya personas que de manera libre ejerzan la prostitución o presten servicios sexuales sin que haya trata de por medio. Entonces creo que hay mucha confusión conceptual que tiene que ser aclarada. Las personas tienen que tenerlo claro porque eso es la base de la prevención.