Boletín 415/2010
29 de diciembre de 2010
Por su actividad, los Ombudsmans enfrentan en general la incomprensión de las y los responsables políticos, pues a ningún servidor administrativo ni de gobierno le gusta la existencia de los Organismos Públicos de Derechos Humanos, aseveró el ex Defensor del Pueblo de España entre 1988 y 1993, Álvaro Gil-Robles y Gil-Delgado.
Al impartir la Conferencia Magistral “El Ombudsman contemporáneo, desafíos y oportunidades” a invitación de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), detalló que todos los actores políticos quieren que el Defensor del Pueblo ratifique que todo marcha bien, cuando no es así.
“El político quiere que se diga que todo está bien, que muy guapo, muy alto, muy bonito y que todo va estupendamente bien; pero los Ombudsman van a decirle todos los días que ni es alto, ni es guapo y ni es bonito, y que además tiene muchas quejas sobre la mesa”, subrayó.
En el Salón Digna Ochoa y Plácido de la CDHDF, declaró que todas y todos los Defensores del Pueblo que cumplen bien su función terminan su mandato con un grado de odio acrecentado hacia su figura por los poderes políticos.
Aclaró que no pueden ser una institución cómoda, porque si lo son, significa que no funciona su trabajo. “Si es cómoda es que es otra cosa, es un compadre, pero no un Ombudsman”, apuntó.
El ex Defensor del Pueblo de España criticó también a aquellas Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que no son tan transparentes de frente a la ciudadanía con los recursos que reciben.
Además, lamentó el nulo entusiasmo de los gobiernos para dar a los Organismos Públicos de Derechos Humanos un buen presupuesto. “Seamos realistas, los presupuestos en América Latina son en muchos casos casi ficción”, señaló.
El problema, añadió, es que muchos gobiernos cuando ven que la institución tiene un alto grado de credibilidad de inmediato intentar poner a alguien que no moleste.
Por otra parte, reprochó que la mayor parte de los Ombudsman europeos se centren más en quejarse contra el mal funcionamiento de la administración pública y no le entren de lleno a las violaciones de los derechos humanos.
Indicó que el reto en Europa es alcanzar que la Defensoría del Pueblo se consolide plenamente. “Está en un momento de definición de su propia identidad, en una crisis de valores, en una crisis del modelo y enmedio de ese tumulto la sociedad y los gobiernos están muy crispados”, advirtió.
Álvaro Gil-Robles y Gil-Delgado planteó que el continente europeo enfrenta retos muy importantes en los cuales los defensores de los derechos humanos deben tener un rol mucho más significativo en materia de libertades fundamentales, tanto de los migrantes como en la lucha contra el terrorismo.
“El gran reto es que nuestros Ombudsman tienen que salir de su caparazón y empezar a ser los que rearmen los valores de la sociedad, y lo tienen que hacer con sus informes para encender las luces rojas y decir que esto no va por el buen camino”, afirmó.
Alertó que en Europa se están viendo situaciones de pobreza extrema como nunca antes, frente a escenarios también de riqueza extrema insultante, lo que ha provocado la división entre la sociedad.
“La sociedad se está dividiendo, se está abriendo una brecha muy peligrosa para la integración social, para la integración del modelo europeo, por lo que los Defensores del Pueblo tienen que empezar a tratar este punto y exigirle a los gobiernos políticas más sociales”, manifestó.
Gil-Robles y Gil-Delgado exhortó a las y a los defensores de los derechos humanos a no quedarse parados frente a las problemáticas de desigualdad y vivir en el momento histórico en el que están, porque lo más cómodo es quedarse en la rutina y ver cómo se separa la sociedad.
“Tienen que estar en contacto con la sociedad y ver lo que la sociedad les pide, porque dentro de su competencia la tiene que atender y debe actuar”, finalizó.