Pregunta (P): ¿Cuál es su opinión sobre la situación que viven los jóvenes en el país actualmente, particularmente con los asesinatos que hemos visto de estudiantes en este fuego cruzado de narcotráfico, sicarios y fuerzas armadas?
Doctor Luis González Placencia (LGP): Desafortunadamente lo que estamos viendo es que los jóvenes resultan cada vez más, y cada vez de manera más frecuente, víctimas también de esta lucha contra el narcotráfico. Y lo son por una parte porque las circunstancias en las que vive una gran cantidad de jóvenes en el país son circunstancias que les dejan como única posibilidad acercarse a los cárteles, participar de las actividades de vicariato y, en términos generales, servir como fuerza de trabajo para la criminalidad organizada. Y desde otra perspectiva, pues lo han sido ahora porque los acontecimientos recientes en Ciudad Juárez y Nuevo León nos dejan ver que adolescentes y, en el caso más reciente, jóvenes universitarios resultan víctimas de actos que tienen que ver con la lucha contra el narcotráfico.
P: ¿Comparte la idea de que estos dos asesinatos de los jóvenes que se registraron el viernes en Monterrey son productos de la falta de coordinación y planeación de las fuerzas de seguridad?
LGP: Bueno, no tengo los detalles de cómo ocurrió el evento, pero lo que puedo decir de entrada es que ya el hecho de hacer un operativo en una universidad, en un lugar en donde hay población civil, sí implica tener cuidados extremos. En diversas ocasiones hemos planteado ya desde acá, desde la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, la necesidad de que cuando se realizan estos operativos se tenga en cuenta que la pérdida de vidas va a ocurrir, y que en esa medida es necesario tomar en consideración la necesidad de proteger al máximo posible a quienes no tienen que ver con los eventos que están involucrados con la lucha contra el narcotráfico. Ninguna vida debería de perderse. O sea, cualquier vida que se pierda es indicador del fracaso de la estrategia, pero menos aún cuando se trata de personas que no tienen que ver con los cárteles o con las organizaciones criminales, y desde luego menos aún cuando estamos hablando de personas jóvenes o adolescentes.
P:¿Se están violentando las garantías individuales en esta lucha contra el narco?
LGP: Desafortunadamente sí en la medida en la que se pone en riesgo la vida y la integridad de las personas. Ahí es una responsabilidad del gobierno asumir que la prioridad debería de ser proteger la vida de los civiles, y en la medida de lo posible también asegurar la vida de las personas con las que están combatiendo. Entendemos claramente que las circunstancias no permiten una ponderación de esa naturaleza, pero sí obligan al Estado a ser responsable en cuanto a la pérdida de vidas de quienes no tienen nada que ver con estos temas.
P: En el marco de derechos humanos, y ahora aprovechando la visita de los funcionarios estadounidenses, ¿qué es lo que espera usted en lo particular de los acuerdos, o qué es lo que espera de esta reunión?
LGP: Es un hecho que los Estados Unidos y México comparten una de las fronteras más grandes del mundo; es un hecho también que tienen una serie de problemas que son comunes. De ahí que no es de sorprenderse que tengan que tener acuerdos que impliquen también soluciones comunes. Lo que esperamos en todo caso es que esas soluciones se den en el marco del respeto a los derechos de las personas; que estén en el marco también de los límites constitucionales que implican este tipo de colaboraciones; y una cosa que es fundamental es que el Gobierno federal mantenga informada a la población sobre cuáles son los acuerdos a los que se llegan y qué consecuencias van a tener esos acuerdos en la vida cotidiana de los lugares en donde eventualmente haya intervención del Gobierno de los Estados Unidos y del Ejército mexicano.
P:¿Podemos decir que entonces la juventud atraviesa una crisis, lo vemos en el caso de los estudiantes, que no solamente no se enfrentan a la incertidumbre de no conseguir empleos, sino también pues ahora los niveles de violencia?
LGP: Sí, así es. A mí me parece que ahora se convierte en una prioridad la necesidad de proteger a este grupo poblacional. Y protegerlo significa aquí brindarles oportunidades de acceso a la educación, a la salud, a la recreación. Comprender que es necesario que el Estado haga algo para evitar que los jóvenes participen de la delincuencia organizada, para evitar que se encuentren en situaciones de riesgo que pongan en peligro sus vidas, tanto si se debe la pérdida de vidas a un enfrentamiento como los que hemos visto, como si esta pérdida de vidas ocurre en el largo plazo por las carencias de expectativas que hoy el Estado mexicano no les da. Muchas gracias.