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La violencia en escuelas secundarias, principal causa de exclusión educativa

Boletín 279/2009
1 de noviembre de 2009

Uno de los factores más importantes que incide en la exclusión educativa, que luego deriva en la deserción escolar, es la violencia, de ahí que la organización Servicios a la Juventud A.C. (Seraj), desarrolla el Proyecto “Crea tu espacio sin violencia. Modelo de prevención de la violencia escolar para secundarias”.

Como parte del Programa de Fomento a Iniciativas Ciudadanas en Materia de Educación y Promoción de los Derechos Humanos en la ciudad de México, apoyado por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), Seraj hace énfasis en generar un proceso de transformación de la violencia.

El objetivo del proyecto es crear un modelo de prevención, detección, atención y canalización de la violencia y el maltrato escolar para contribuir en la construcción de escuelas inclusivas, democráticas y basadas en una cultura de paz, desde una perspectiva de los derechos humanos.

La encargada del proyecto, Berenice Arroyo, explicó que Seraj plantea aportar herramientas metodológicas y didácticas a los docentes para que puedan atender la problemática de la violencia, “en el sentido de transformarla, porque la violencia no se elimina totalmente”.

Señaló que en un diagnóstico realizado en 2005 sobre inclusión educativa dentro de las secundarias, los profesores manifestaron su falta de preparación para atender el tema. Agregó que en 2006 trabajaron en 20 secundarias técnicas de Iztapalapa, al encontrar que es una de las Delegaciones más vulnerables del Distrito Federal.

“En estos casos involucramos a toda la comunidad escolar: estudiantes, maestros, familiares, directores, administrativos, para que participaran en la transformación del ambiente escolar”, apuntó.

Berenice Arroyo anotó que el Proyecto “Crea Tu espacio sin violencia” atiende las situaciones que sobre el tema se generan en la escuela, “porque hay un deterioro de las relaciones entre pares, entre adultos y jóvenes, lo que incide en que los jóvenes no se sientan parte de la escuela, no se genera una apropiación de aprendizaje, ni del gusto por estar ahí”.

Señaló los factores de exclusión que han trabajado: las representaciones sociales que tienen los actores de la comunidad; por ejemplo, la que tienen los maestros de que los adolescentes son apáticos, irresponsables, “les colocan estigmas y sobre esa representación se relacionan con ellos, en tanto que los jóvenes tienen una desvalorización de la figura docente, así que no se valora a los docentes y se les dan connotaciones negativas”.

Además, abundó, está la descalificación de los padres de familia, que se considera están ausentes, que no están pendientes del proceso académico de los jóvenes. A esto se agrega que dentro de la escuela hay una cultura sexista, racista y clasista, hay discriminación hacia los jóvenes por ciertos aspectos físicos, se discriminan entre ellos y los docentes llegan a discriminar también.

Hizo énfasis en prácticas docentes poco favorables al aprendizaje: modelos educativos tradicionales donde se anima mucho a lo memorístico, a la relación autoritaria frente a los alumnos; el excesivo rigor en los modelos disciplinarios de la secundaria, etapa educativa donde más se agudiza el control.

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